SANTO DOMINGO DE SILOS, es una villa y un monasterio de monjes benedictinos, sitos en las montañas del sudeste de la provincia de Burgos, a 57Km. de la capital. Villa y monasterio se asientann en la parte oriental del valle del Tabladillo, a 1.000 m. de altitud sobre el nivel del mar, y rodeado de altos montes de rocas calizas, escasamente cubiertos de encinas, enebros (sabinas), esquenos y pinos. En los picos de las montañas anidan aves de rapiña y carroña, como aguiluchos y buitres. El paisaje es austero, pero pintoresco debido a las caprichosas formas que las aguas han labrado en estas rocas calizas, como el desfiladero de la Yecla.

No sabemos cuando se asentó aquí el ser humano; los restos de cerámicas hallados en las cuevas de las montañas nos trasladan a la época prehistórica, y se pueden fechar en el siglo X a.c., en la Edad de Bronce. En los altos de la Yecla se han encontrado también restos celtibéricos, romanos y visigóticos.

La historia de la abadía y la historia de la villa de Silos, han caminado siempre juntas. El monasterio, que remonta sus orígenes al siglo X, Fernán González primer conde de Castilla, empiza a cobrar importancia con la llegada , en 1041, del monje Domingo Manso, natural de Cañas (La Rioja), proveniente del monasterio de San Millán de la Cogolla. El restaura el monasterio, y da origen a un movimiento espiritual y cultural. La grandiosidad del claustro románico y la vida de los monjes has traspasado los límites de estos montes.

El actual núcleo urbano del pueblo de Silos tiene sus orígenes en el fuero de Alfonso VI, rey de Castilla y León, concedió a la abadía, en 1098, por el cual el abad podía poblar junto al monasterio, quedando estos colonos bajo la protección y vasallaje del abad. La villa de Silos dependió del abad hasta el año 1440, fecha en que los monjes vendieron la villa de Silos a la casa de los Velasco, Condestables de Castilla, así lo atestigua el escudo que puede verse en la puerta de la Fuente.

La villa ha perdido casi por completo su aspecto medieval de recinto amurallado, pues solo quedan dos puertas, la de San Juan y de la Calderera, y los paños de murallas cierran la huerta del monasterio.